"Toda sociedad es un sistema de interpretación del mundo (...) Su propia identidad no es otra cosa que ese "sistema de interpretación", ese mundo que ella crea. Y esa es la razón por la cual la sociedad percibe como un peligro mortal todo ataque contra ese sistema de interpretación; lo persigue como un ataque contra su identidad, contra sí misma"

Cornelius Castoriadis (1988) Los dominios del hombre. Barcelona: Gedisa.


miércoles, 4 de marzo de 2009

Caja rápida (hasta diez ejemplares)

por Leandro Gonzalez de Leon



Los libros que pueden hallarse en las góndolas de Carrefour pertenecen, en su mayoría, a la llamada literatura de supermercado. Historiadores, novelistas, biógrafos, periodistas y ufólogos ocupan estos espacios. Es sabido que los productos masivos –sean libros, películas, música- buscan el impacto a corto plazo, la reacción inmediata de los lectores atentos a la última novedad. Seis meses después, nadie los recuerda, confirmando que, como decía George Steiner, ninguna obra de arte estúpida perdura. ¿Quién alquilaría hoy el DVD de Titanic? ¿Quién descargaría en Torrent un programa viejo de Tinelli?

El aumento del precio de los alimentos que, nos dicen, es un fenómeno mundial -los lectores extranjeros pueden ayudarnos a confirmar o refutar esto-, y la brutal tarifa del transporte público volvió ridículo el precio de la mayoría de los libros. Buenas ediciones de Freud, Melville, Russell y Flaubert se amontonan en mi biblioteca con lo que pude ahorrar no comprando el diario, evitando algunos colectivos, eludiendo la seguridad del Ferrocarril Sarmiento. La veloz devaluación de los best séller los lleva a una góndola de Carrefour, donde un libro que nueve meses antes costaba cincuenta pesos se ofrece por diez. Como la novedad es el único valor de estos libros, la devaluación es real y el precio –a diferencia del de los alimentos y el transporte- es razonable.

Allí encontré Manual Chiche (Ediciones B, 2006), de Samuel “Chiche” Gelblung. Me costó la mitad del valor de una lámpara de bajo consumo, que de todos modos necesitaba para leer el libro en mi escritorio. Durante la espera en la caja rápida -que justificaría muchos posts, una tonelada de papers académicos, unas novelas a lo Kafka y un manifiesto revolucionario- leí las primeras cuarenta páginas.

Pese al horrendo título y a la dudosa promesa del subtítulo (“explicarlo todo”) el libro tiene alguna utilidad. Partiendo de la premisa de que Gelblung no es un intelectual ni quiere serlo, su lectura puede ser esclarecedora si se la contrasta con cualquier texto de ciencias sociales y filosofía de publicación reciente. El libro está escrito en lenguaje coloquial y se compone de especulaciones sobre las diferencias entre los hombres y las mujeres, sobre el ser nacional, la corrupción, el futuro del país. Además da recetas para conseguir trabajo, levantarse minas/tipos, desarrollar una empresa. No es un libro de autoayuda, a los que ataca permanentemente (menciona a Coelho, Deepak Chopra, Louise Hay, Jorge Bucay), sino una serie de consejos elaborados a partir de sus propios aciertos en los negocios, las mujeres y la vida cotidiana.

La lectura contrastada no podrá hacerse aquí. Cualquier autor que mencione para llevar a cabo el ejercicio se ofendería y me traería problemas con personas que aprecio. Pero es llamativo como las investigaciones de ciencias sociales y los textos de politólogos y economistas llegan a conclusiones similares a las de Gelblung que -si bien culto e inteligente- se presenta como la contracara de la “intelectualidad progre argentina”. Mal que nos pese, los textos de ciencias sociales aún se componen de juicios anteriores a cualquier investigación, sostenidos por el talento personal del autor.

Probablemente exagere. Acaso haya algunas excepciones. Pierre Bourdieu estaba convencido de lo contrario y sus argumentos siempre serán mejor que los míos. Pero debemos reconocer que cualquier paisano que piense puede llegar a ciertas conclusiones que en la Academia aparecen entrecomilladas, con una nota al pie de página.

Comparto un fragmento del libro, donde se ocupa de la boludez, concepto análogo a la indiferencia descripta en el famoso texto de Antonio Gramsci, esa que actúa pasivamente, pero actúa.

“Olvido, pérdida, mala interpretación y traspapelado son dramáticos sinónimos y subproductos del mismo mal, de una boludez que es mucho más que un descuido: se trata en realidad de una falta de respeto que termina siendo la manera más perversa de boicotear o bloquear cualquier intento de progreso o superación. (…) Si bien es cierto que la corrupción puede estar involucrada en parte de las acciones de estos especimenes, lo más probable es que los desastres provocados no sean la expresión de una conspiración de poderosos rufianes sino, simplemente, el escandaloso resultado de un boludo irresponsable”

Fuentes:
Bourdieu, P: "La sociología ¿es una ciencia?", La recherche Nº 331, mayo de 2000.
Gelblung, S: Manual Chiche. Buenos Aires: Ediciones B, 2006, pp. 26-27
Gramsci, A: "Odio a los indiferentes" (1917) en revista Zoom, Buenos Aires, 30 de abril de 2007.
Steiner, G: Presencias reales. Barcelona: Destino, 1992, p. 23.


Anexo: los libros que recomienda Gelblung

El erotismo, de Georges Bataille.
La borrachera democrática, de Alan Mink
Seis sombreros para pensar, de Edward de Bon
El Informe Kinsey, de Alfred C. Kinsey.

"Karl Popper, algo de Hegel o de Marx. Quien se "saltea" a estos autores jamás llega a entender como funciona la existencia" (p. 83)

"Las que leen best sellers de autoayuda (tipo Jorge Bucay, Louise Hay y Paulo Coelho) suelen tener un lomazo espectacular, pero cargan con un nivel de conflicto no resuelto que linda con el espanto. No tan atractivas físicamente pero con buena charla y posibilidades de concentración e innovación en la cama son las que tienen en sus bibliotecas algún libro de historia o filosofía (búsquense autores como Jean Baudrillard, Gilles Lipovetsky o Carl Jung)" (p. 109)