EL CINE NOS INSTRUYE desde que el tic-tac de la linterna de la proyección se hace oír; ya sea que nos muestre lo que es la barrera de hielo del Polo Sur, o que nos vuelva estúpidos y sentimentales viendo historietas, nos instruye todo el tiempo; y cuando se nos enseña divirtiéndonos, se nos enseña mucho más que si se nos muestra brutalmente las costumbres de las langostas del mar.
No podría indicar por el momento el modo de servirnos del poder educativo del cine, porque nadie sabe lo que es menester enseñar; lo que es menester enseñar a Juan, no es lo que es menester enseñar a Pedro.
(...) Nuestros estudiantes son durante años esclavos de esta enseñanza abominable, que los priva finalmente de su capacidad de ver la cosa en acción. El cinematógrafo tiene la ventaja, no solamente de mostrar el movimiento de una cosa, sino la de detener una acción en cualquier momento; y de aquí que permita ver un rostro en otros momentos que en aquellos en que es gracioso y expresivo.
No podría indicar por el momento el modo de servirnos del poder educativo del cine, porque nadie sabe lo que es menester enseñar; lo que es menester enseñar a Juan, no es lo que es menester enseñar a Pedro.
(...) Nuestros estudiantes son durante años esclavos de esta enseñanza abominable, que los priva finalmente de su capacidad de ver la cosa en acción. El cinematógrafo tiene la ventaja, no solamente de mostrar el movimiento de una cosa, sino la de detener una acción en cualquier momento; y de aquí que permita ver un rostro en otros momentos que en aquellos en que es gracioso y expresivo.
George Bernard Shaw, citado por Horacio Quiroga
en Caras y Caretas, nº 1106. 13 de diciembre de 1919.
en Caras y Caretas, nº 1106. 13 de diciembre de 1919.