por LGdL
Conocí a Ricardo Piglia en 2013, cuando dictó una clase sobre Rodolfo Walsh en el Cultural San Martín. Estos fueron mis comentarios entonces.
Su entrada a escena casi iguala a Woody Allen en el torpe manejo del cuerpo, la timidez y la necesidad de hablar sin parar para que no se note. Richard tiene todo lo que se espera de un intelectual... Excepto la pedantería. La exposición es impecable, nada nuevo para quienes lo han leído o escuchado en otros lugares.
Destaco las ausencias: casi no hubo chistes y apenas se hizo una referencia al tiempo de presente (y vinieron juntas, la referencia y el chiste); nombró pocos autores (muchas veces: Borges, Walsh, Sarmiento. Pocas o una: Poe, Joyce, Hemingway, Capote...), de los cuales criticó sólo a dos (David Viñas y Andrés Rivera, en una misma frase). Que yo recuerde, no mencionó a ningún crítico. Y la omisión más llamativa: aunque Piglia conoció personalmente a Walsh y lo entrevistó, no hizo en toda la charla mención de este dato tan conocido ni contó ninguna experiencia personal. Señalo estas omisiones porque dicen mucho de la personalidad, el estilo y la precisión de su trabajo, ajeno al de la mayoría de los intelectuales argentinos. Poco ego, poca anécdota, poca comparación de peras con manzanas. El tipo sabe de verdad.
No puedo decir lo mismo de nosotros. Nos peleamos para sentarnos adelante, nos reímos exageradamente de "el" chiste, criticamos a los que hicieron preguntas tontas, nos quedamos para el autógrafo y la foto. Espectadores típicos, no lo merecimos.