"Los turistas quieren sumergirse en un extraño y curioso elemento, con la condición, sin embargo, de que no llegue a la piel y, en consecuencia, puedan desprenderse de ella cuando lo deseen. Eligen los elementos en los cuales quieren zambullirse de acuerdo con su exotismo, pero también por su inocuidad (...) por la profusión de barandas de protección y rutas de escape bien señalizadas. En el mundo del turista, lo extraño está domado, domesticado y ya no asusta."
Zygmunt Bauman, "De peregrino a turista"