"Toda sociedad es un sistema de interpretación del mundo (...) Su propia identidad no es otra cosa que ese "sistema de interpretación", ese mundo que ella crea. Y esa es la razón por la cual la sociedad percibe como un peligro mortal todo ataque contra ese sistema de interpretación; lo persigue como un ataque contra su identidad, contra sí misma"

Cornelius Castoriadis (1988) Los dominios del hombre. Barcelona: Gedisa.


miércoles, 15 de julio de 2015

El hombre, la estatua

por LGdL


Las cartas de Colón lo revelan como un hombre extraordinario, un navegante arrojado y talentoso, aunque poco metódico e intuitivo. Su desconocimiento sobre Asia, el territorio al que deseaba llegar, era casi total, al punto de haber insistido en que lo había logrado hasta sus últimos dias. Su fe religiosa era tan intensa que creía además que su viaje formaba parte de las profecías bíblicas.


Llegó a Guanahani (actualmente Bahamas) el 12 de octubre de 1492, entre las dos y las tres de la mañana. Su aproximación a los nativos fue amable, considerándolos salvajes pero pacíficos y bellos. Pero a los pocos días tuvieron los primeros conflictos y empezaron a matarlos, mutilarlos y torturarlos. Los habitantes de esas primeras islas desaparecieron sin haber aprendido ni enseñado una palabra de la lengua del otro.

La historia de la conquista sigue, pero Colón -el hombre de quien hemos hablado mucho estos días- no hizo mucho más. Perdió el liderazgo, fue desplazado y hasta encarcelado y murió con poca noción del proceso que había iniciado. No aportó, como si lo pudo hacer su admirado Marco Polo, una obra que dé cuenta de las maravillas que había encontrado. Porque el encuentro casi no tuvo lugar. 

Colón ha sido entre nosotros un simbolo de la cristiandad y la hispanidad y su día fue llamado el Dia de la Raza. Son todos estos conceptos los que se cuestionan cuando se cuestiona su figura. El hombre de carne y hueso que fue y las acciones concretas que se le atribuyen son mucho más pequeños, más fortuitos, más matizados, que los bronces que en su nombre nos han dicho que Europa nos trajo la raza superior, la religión verdadera y la vida civilizada. Y es eso lo que hubo que cambiar. 

Colón, el Hombre, miraba al pasado: al libro de Génesis, a las cruzadas, a la memoria de Marco Polo. 

Colón, la Estatua, miraba al mar, a Europa, le daba la espalda a la ciudad-puerto, del país-puerto que persistió en homenajarlo y llamarlo padre y descubridor.