"Toda sociedad es un sistema de interpretación del mundo (...) Su propia identidad no es otra cosa que ese "sistema de interpretación", ese mundo que ella crea. Y esa es la razón por la cual la sociedad percibe como un peligro mortal todo ataque contra ese sistema de interpretación; lo persigue como un ataque contra su identidad, contra sí misma"

Cornelius Castoriadis (1988) Los dominios del hombre. Barcelona: Gedisa.


sábado, 3 de septiembre de 2011

Viajeros, exiliados, vagabundos

por Fernando Savater*

Debe destacarse la importancia del viaje en la configuración intelectual de los primeros filósofos (es decir, los más antiguos que todas las nóminas incluyen como tales): sabemos que el propio Pitágoras viajó mucho y también se nos cuenta que fueron grandes viajeros Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Jenófanes de Colofón y Demócrito. Aristóteles llegó a Atenas desde la macedónica Estagira y parece que Pirrón, que llegó a ser luego uno de los maestros más respetados de la escuela escéptica, realizó un viaje a la India, en compañía de un discípulo de Demócrito y allí conoció a los gimnosofistas, los sabios desnudos del hinduismo (de los cuales ya habían traído noticias quienes regresaron de las campañas orientales de Alejandro) cuya imperturbabilidad desafiante precedió y sin duda inspiró el histrionismo de Diógenes. Viajeros, exiliados, vagabundos, expedicionarios.... o habitantes de ciudades fronterizas, como los jonios, acostumbrados a convivir con persas, helenos y egipcios. Desde luego, la filosofía no la inventó gente que no se movía de casa ni sentía curiosidad por los extraños. Pío Baroja aseguró en cierta ocasión que el nacionalismo es una enfermedad que se quita viajando: por lo visto la filosofía es una enfermedad que se contrae viajando o conociendo viajeros... De modo que las disquisiciones en que a veces aún se incurre sobre si existen filosofías nacionales (...) siempre me han resultado particularmente insulsas. La filosofía es una actividad inventada por griegos viajeros, por griegos planetarios (recordemos que en griego "planeta" significa "vagabundo") y por tanto, en cierto sentido, toda filosofía es griega y, en otro, nunca puede dejar de ser cosmopolita.
Insisto en el carácter de viajeros o exiliados, en suma desarraigados, de los primeros filósofos, porque me parece el más relevante para comprender en qué consiste la filosofía y también el más digno de ser recordado hoy por razones de oportunidad moral y política. El filósofo es el forastero por antonomasia, ese "extranjero desconocido" llegado de tal o cual lugar que aparece en algunos diálogos platónicos y también en varias tragedias. Como viene de afuera, no se siente ligado más que prudencialmente por las creencias tradicionales y la autoridad establecida: tampoco pertenece a los clanes en litigio ni tiene negocios familiares que atender. Mira las rutinas con ojo crítico, pues para él aún no lo son. Le interesa la política, pero frecuentemente (¡Aristóteles!) ni siquiera tiene derechos de ciudadanía en la polis donde habita.

*SAVATER, F. (1997) Diccionario de Filosofía. Barcelona: Planeta, pp. 12-13.