"Toda sociedad es un sistema de interpretación del mundo (...) Su propia identidad no es otra cosa que ese "sistema de interpretación", ese mundo que ella crea. Y esa es la razón por la cual la sociedad percibe como un peligro mortal todo ataque contra ese sistema de interpretación; lo persigue como un ataque contra su identidad, contra sí misma"

Cornelius Castoriadis (1988) Los dominios del hombre. Barcelona: Gedisa.


viernes, 22 de octubre de 2010

Diferencias positivas


"Sostengo que nada puede intentar ser, excepto si prueba de excluir algo; y que esto que se denomina comúnmente «ser» es una diferencia entre lo que está incluido y lo que está excluido.
Estimo también que no hay diferencias positivas (...)
Si no hay diferencias positivas, no es posible definir nada como positivamente diferente de otra cosa. ¿Qué es una casa? Una granja es una casa, a condición de vivir en ella. Pero si la residencia constituye la esencia de una casa más que el estilo de arquitectura, entonces un nido de pájaro es una casa. La ocupación humana no constituye el standard de juicio, puesto que los perros tienen su casa, ni la materia, puesto que los esquimales tienen casas de nieve. Y dos cosas tan positivamente diferentes como la Casa Blanca de Washington y la concha de un cangrejo ermitaño se revelan continuas.
Nadie ha podido jamás definir la electricidad, ya que la electricidad no es nada si se la distingue positivamente del calor o del magnetismo. Los metafísicos, los teólogos y los biólogos han intentado definir la vida. Han fracasado porque en el sentido positivo no hay nada que definir, no hay un solo fenómeno de la vida que no se manifieste, a cualquier grado que sea, en la química, el magnetismo o los desplazamientos astronómicos.
Islas de coral blanco en un mar azul oscuro. Su apariencia de distinción, su apariencia de individualidad o la diferencia positiva que las separa, no son más que las proyecciones del mismo fondo oceánico. La diferencia entre tierra y mar no es positiva. En toda agua hay un poco de tierra, en toda tierra hay agua.
De modo que todas las apariencias son falsas, puesto que forman parte de un mismo espectro. La pata de una mesa no tiene nada de positivo, no es más que una proyección de algo. Y nadie de nosotros es una persona, puesto que físicamente somos un continuo con lo que nos rodea, puesto que psíquicamente no llega hasta nosotros nada más que la expresión de nuestras relaciones con todo lo que nos rodea.
Mi posición es la siguiente: todas las cosas que parecen poseer una identidad individual no son más que islas, proyecciones de un continente submarino, careciendo de contornos reales. Pero, pese a que no sean más que proyecciones, tienden a liberarse de esta atracción que les deniega su propia identidad."


Charles Fort, El libro de los condenados [1919]
Barcelona: Duncan, 2005. pp. 20-22

Foto:
Charles Fort en 1931 Fuente: Fortean Times