
"-¿Qué es lo que hace que los muchachos se conviertan en hombres? -preguntó Robert-. ¿Qué circunstancias descomponen sus fatales alas?
-Bueno, muchos no tienen alas nunca, y algunos se las arrancan ellos mismos. A veces, son cosas imprevistas y otras muy tediosas. No las conozco todas, pero en mi caso fue el ridículo, una especie de burla de mí mismo. Amaba a una muchachita del valle; creo que era hermosa. Creo que yo era también guapo. Le hice una canción y la llamaba la novia de Orfeo. Así que me imaginaba a mí mismo Orfeo. Pero ella consideraba el matrimonio con una deidad una especie de crimen contra natura. Me sermoneaba. Todo hombre, según ella, le debía a algo (la familia o la comunidad o a sí mismo, he olvidado exactamente qué) el triunfo, el tener éxito. Fue imprecisa en cuanto a la naturaleza del éxito, pero explicó muy claramente que aquella canción no era un pedestal de triunfo. Y aborrecía a las deidades, sobre todo a las paganas. Había un hombre que poseía tierras y casas que era tranquilizadoramente humano. Aún en mi vejez creo malévolamente que era deplorablemente humano. Así que se casaron, y el ridículo carcomió mis alas."
John Steinbeck
La Taza de Oro (1929)
La Taza de Oro (1929)